Jugar con fuego.

Siempre eligiendo el lugar más complicado, donde haya más retos. Donde queremos probar que podemos llegar cueste lo que cueste, vos sos así. Me di cuenta cuando me enteré que tenías novia... si, linda sorpresita me diste bombón. Yo creía que solo jugabas con una; pero en el tablero eramos tres. Secretamente yo era la tercera en discordia, solo que nadie me había dicho. Lo descubrí por mi cuenta, pero ya era demasiado tarde. Mi corazón se aceleraba con solo escuchar tu nombre, me temblaban las piernas estando juntos. Era obvio que ya había perdido la razón completamente y yo estaba jugando con fuego. Sabía la verdad y no quise decir nada, porque bueno... ¿para qué? Si vos y yo, nunca fuimos nada. Solo conocidos, que se conocían extrañamente bastante. Pero no suficiente. 

Jugar con fuego; implica quemarse, yo ardí entre llamas. Me quemé. Lloré al principio pero después me acostumbre al calor de las llamas, luego entendí que no era cuestión de acostumbrarse sino de apagar completamente el fuego. Aún cuando las llamas ardían más que nunca. Decidí correrme de la fotografía porque me di cuenta de que no solo me lastimaba a mi, sino a la otra... esa otra que nunca conocí. Si le hacías eso a ella, me lo podrías hacer fácilmente a mí. Nunca podría confiar en alguien así. 

Aunque tardé, me equivoqué y me quedaron algunas heridas de guerra, apagué el fuego.

Ahora ya estoy segura de que no hay que jugar con el fuego. Eso no es un juego del que se sale ileso.